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WAGNER POETA I MÚSIC. l'HOLANDÈS ERRANT - ACTE TERCER
Juan Carlos Juárez
Tema: Der Fliegende Holländer
Buenas tardes a todos. Gracias por acompañarnos una tarde más en este ciclo sobre Wagner músico y poeta, con el que venimos conociendo la personalidad y la obra artística de Ricardo Wagner.
Hoy, para finalizar el curso de este año, vamos a ver el tercer acto de El Holandés Errante con el que acabaremos también la visualización de esta obra de juventud de Wagner.
En un extenso artículo que se publicó el 22 de diciembre de 1852, Wagner realizó unos comentarios sobre la adecuada puesta en escena y la interpretación de los cantantes en la obra que nos ocupa. En este artículo, además de dar unas indicaciones –y leo textualmente– sobre como las escenas han de disponerse para provocar en los espectadores un propicio estado espiritual que les facilite la comprensión de la figura misteriosa del Holandés Errante, aparte decía también lo siguiente:
"En cuanto a los intérpretes, diré que del éxito del difícil papel del Holandés, depende el éxito real de toda la obra. Hay que lograr que su intérprete consiga despertar el interés más profundo y él lo conseguirá si observa estrictamente los detalles expresados a continuación que aclaran sus reacciones personales".
Entre los detalles a los que Wagner se refiere, especialmente citaremos que tiene una estricta importancia el acuerdo minucioso que tiene que haber entre el juego escénico y la música y además también, citando a un gran musicólogo, el alemán Kurt Pahlen quien nos dice en uno de sus libros:
"El rol del Holandés debe ser personificado por un cantante de extraordinaria personalidad. Se trata de un papel en el que la irradiación y la fascinación son tan importantes como las cualidades puramente vocales"
Pero vamos a ver un poco, como Wagner quiere que el espectador se centre en la figura del Holandés en detrimento de todas las demás figuras que aparecen en la obra. Él mismo indica que en el papel de Senta es muy difícil fracasar y se concentra en todo su estudio y el análisis que hace sobre El Holandés Errante, en la figura del marinero protagonista. Ésta es una cuestión que en principio nos debería llamar poderosamente la atención y vamos a entrar más de lleno en el porqué de la importancia el papel protagonista.
Para nuestro artista, en otro interesante trabajo teórico de los muchos que publicó, que igual ustedes conocen, que se llama ´Una comunicación a mis amigos´, define la obra completa de El Holandés Errante como una leyenda popular en la que el rasgo o inclinación de la naturaleza humana se expresa de una manera muy manifiesta, que es el deseo de reposo que se hace sentir en medio de las tempestades de la vida. Es interesante la descripción que en este mismo trabajo en ´Una comunicación a mis amigos´ Wagner realiza de un mito que se ha comparado mucho con el del Holandés Errante, que es el del Judío Errante. El Judío Errante es una leyenda de origen medieval, pero la diferencia fundamental entre estos dos tipos míticos, es que para el Judío Errante de la leyenda medieval no existe posibilidad de redención, le es negada de por vida, mientras que en la historia de la que estamos hablando justamente hay una posibilidad de redención para el protagonista, que en este caso viene facilitada por el amor de una mujer. Una mujer, Senta, ya la conocemos, a la que Wagner describe diciendo:
"Senta no es una mujer en particular, sino la mujer en general, la mujer del porvenir"
Vamos a centrarnos sin embargo, en la evolución que los aspectos psicológicos de la figura del Holandés va mostrando a lo largo de la obra, porque yo creo que con frecuencia pasa muy desapercibido el notable cambio que va experimentando el Holandés a lo largo del desarrollo de toda la obra y que además, este cambio anticipa las posteriores creaciones de personajes nobles que forman todo el magnífico elenco de las composiciones de Wagner.
Los personajes wagnerianos que buscan su redención no son generalmente personajes pasivos, es decir, en algunos momentos pueden actuar equivocadamente; pensemos por ejemplo en Tannhäuser, en el Walther de Los Maestros Cantores, pero al final estos personajes dan el paso necesario para alcanzar la redención, no son redimidos porque sí, por la actuación a favor de ellos de otros personajes, como Elisabeth o Hans Sachs, Senta en el caso del Holandés, sino es muy importante fijarse, porque ellos han solicitado esta redención o bien de palabra o bien con su forma de actuar totalmente sincera. Volviendo a los ejemplos que decía, por ejemplo, Tannhäuser no es salvado de su condenación solamente por la intervención de Elisabeth sino porqué también él, en el último momento de su existencia lo solicita. Walther en Los Maestros Cantores, no alcanza el premio final a su interpretación solamente por la intervención de Hans Sachs sino porque él, después de esa intervención se retracta de su comportamiento y acepta que le coloquen la corona de vencedor.
En la obra que venimos tratando este año, Wagner nos quiere enseñar que por mucho que los demás nos quieran, por mucho que intenten ayudarnos, somos nosotros los que aceptando esta ayuda nos condenamos o nos salvamos. Esta es una idea que los grandes autores de la literatura europea han mostrado continuamente en sus obras. Podemos recordar ahora por ejemplo, una obra que supongo que casi todos ustedes conocerán, que es "Don Juan Tenorio" de nuestro insigne literato José Zorrilla. Si conocen la obra, saben que Don Juan es un personaje libertino, que a pesar de todas las cosas que hace, es permanentemente ayudado por Doña Inés, pero no es hasta el momento en el que él acepta justamente esa ayuda y se somete a la clemencia de Dios en el último instante de su vida cuando la obra va a acabar, hasta ese momento él no alcanza la misericordia que solicita y que Doña Inés ha pedido por él. Sólo alcanza esa misericordia cuando él se somete de buen grado a esa ayuda que se le está brindando. Este gesto, podemos llamarlo que es de tipo moral o de tipo filosófico lo denominamos ´libre albedrío´ que es una de las peculiaridades más importantes de nuestra cosmovisión europea del mundo principalmente heredada del cristianismo. Este ´libre albedrío´ es lo que de manera asombrosa, provoca en nuestra conciencia un estado especial que nos determina la plena libertad para actuar bien o para actuar mal.
Otro de nuestros genios de la literatura, Pedro Calderón de la Barca, muestra a mi manera, una forma de ver acertadísima de esta idea del ´libre albedrío´ en una obra que se llama "El mágico prodigioso". Wagner, desde que conoció la literatura española del Siglo de Oro, se convirtió en un apasionado admirador, llegando incluso a afirmar en uno de sus escritos, que frente a las obras de Calderón, cualquier otra literatura nacional aparece como totalmente insignificante. En esta obra que comento, "El mágico prodigioso", Calderón nos narra la historia de un joven pagano llamado Cipriano, que en los albores del cristianismo en Antioquía, se ha enamorado de una chica que se llama Justina y no duda en hacer un pacto con el diablo para poder conseguir el amor de esta chica. Hago aquí un inciso diciendo que esta obra, posiblemente inspiró a muchos otros autores, entre ellos a Goethe con su "Fausto". Este protagonista de la obra de Calderón, hace un pacto con el diablo para intentar conseguir el amor de esta chica, pero se da cuenta al final de la obra de que por mucho que él intente engañarla, por mucho que él tenga el apoyo del diablo, Justina no cae en sus redes, porqué ella dispone del ´libre albedrío´ para poder soportar todas las presiones de la vida, sean buenas o sean malas. Esta libertad de conciencia, para poder aceptar o rechazar las tentaciones que tenemos en la vida, es lo que hace que en esta obra de Calderón, Cipriano valore como una cultura superior a la cristiana y pueda soslayar y anular su pacto con el diablo consiguiendo de esta manera no solamente salvarse sino además, realmente acompañar a Justina en su camino hacia el Cielo.
No sabemos si Wagner leyó concretamente esta obra de Calderón o no, pero de lo que no hay duda, como hemos tratado en otros trabajos de la misma Associació, la influencia de las ideas de los autores del Siglo de Oro, influyó de manera muy notable en la concepción artística de Wagner.
Vamos a retomar ahora un poquito el hilo argumental de la obra de El Holandés Errante, recordando alguna de sus intervenciones para intentar enlazar lo que vimos en los actos pasados, con lo que hoy veremos en el tercer y último acto de la obra.
Ya en la primera intervención del Holandés, si recuerdan, éste muestra muy poquita confianza sobre la posibilidad de alcanzar la redención. No tiene esperanza en la idea de que una mujer pueda serle fiel de manera eterna y así lo manifiesta cuando entre otras cosas dice que ha intentado alcanzar la muerte por todos los medios posibles, estrellando el barco contra los acantilados, navegando entre las tormentas, retando a los piratas, pero no lo consigue.
Cuando conoce a Daland, al padre de Senta, él actúa movido por un egoísmo un tanto incontrolado, sólo dispone de veinticuatro horas para encontrar a una mujer y no pierde el tiempo, se dedica a ello con rapidez y toda la eficacia que puede.
Cuando Senta va a iniciar el relato en su conocida balada –que la vimos en el segundo acto–, Wagner nos hace un guiño, no a las chicas que están hilando con Senta, sino a nosotros. Lo que Senta dice es:
"Escuchad. Dejad que lleve a vuestro corazón el sino del desdichado. Ha de conmoveros"
Ya sabemos que finalmente Senta, después de cantar la balada, se ofrece para intentar redimir al Holandés, pero el efecto deseado por Wagner va más allá del efecto que produce en la protagonista de la obra, porqué lo que Wagner intenta es conmover al espectador de manera que ese ofrecimiento que hace Senta sea ofrecido también por nosotros.
El Holandés no ha sentido nunca amor hacia ninguna mujer; él sólo siente la necesidad de que le amen para de esta manera poder salvarse y precisamente por eso no encuentra nunca la redención. Cuando contempla sin embargo por vez primera a Senta y su firme determinación, es en ese momento cuando él por vez primera, siente en su pecho lo que es el amor. Pero no es una transformación totalmente inmediata. Vemos que en el segundo acto también, hay unas palabras que él intenta averiguar por algún medio, con el padre, de que si Senta le será fiel, no le será fiel i él, a pesar de que ya ha sufrido una gran impresión, sigue también actuando de manera egoísta por que los sentimientos que en ese momento tiene hacia Senta son, o están motivados por su propio deseo de salvación.
Anna d´Ax, en su libro "Wagner vist per mi" nos comenta:
"Senta es la víctima del egoísmo de dos hombres, su padre, movido por el interés económico y el Holandés movido por su propio deseo de alcanzar la redención. Wagner expone la visión general de los hombres sobre la falta de fidelidad de las mujeres pero después se vale de Senta para expresar en este punto su propia opinión. Según él, la mujer puede ser fiel hasta el extremo de renunciar a la felicidad y de sacrificar su propia vida".
Hasta aquí, las cosas que habíamos visto en las dos sesiones anteriores. Llegamos de esta manera al tercer acto y vamos a ver de la forma en la que la obra va evolucionando hasta su conclusión.
Vamos a hacer una pequeña sinopsis de lo que va a transcurrir en este tercer acto. La descripción inicial de Wagner en la partitura sobre la escena que tiene que haber es la siguiente:
"Una bahía rodeada de rocas. A un lado la casa de Daland. Al fondo dos barcos, el de los noruegos y el del Holandés. Noche serena. El barco noruego está iluminado y la tripulación está en la cubierta. El barco holandés está oscuro y rodeado de un tétrico silencio"
En la primera escena, una vez que se levanta el telón, el acto comienza con las voces alegres de los marineros noruegos que están celebrando su fiesta de regreso a la patria. Delante de ellos hay un silencio por parte de los marineros del barco holandés. Los noruegos llegan a hacer broma comentando de manera jocosa que a ver si van a ser éstos los marineros del barco del Holandés Errante. Lo que no saben es que efectivamente, son los marineros de este barco. La tripulación del barco del Holandés, finalmente, realiza una tétrica canción que ahuyenta a todos los marineros noruegos.
En la segunda escena, vemos que Senta sale de casa precipitadamente. La va siguiendo Erik. Continúa un diálogo entre ambos y este diálogo es lo que va a provocar el desenlace de la obra. En este diálogo, Erik recuerda a Senta que la considera prometida con él, aunque ella considera que nunca llegó a hacer una cosa así. Esta conversación, que es escuchada de manera casual por el Holandés, motiva que éste, en un arrebato, provocado por su voluntad de que Senta no resulte condenada si falta a su palabra de fidelidad, decide renunciar a su salvación, para facilitar precisamente la de Senta. Prestemos un poco de atención al diálogo que luego lo veremos aquí. El Holandés, en un momento dado dice textualmente: "Adiós. No quiero causar tu perdición". Ante las voces de Senta, continúa el Holandés: "Conoce el destino del que quiero protegerte. Tú me has prometido fidelidad, pero todavía no ante Dios. Esto te salva. Tienes que saber cuál es el destino de aquellas que quebrantan la fidelidad que me prometen. La condenación eterna. Innumerables víctimas han sufrido esta condena por mi causa, pero tú debes salvarte". Con estas palabras el Holandés, por vez primera en toda su atormentada vida, renuncia a la posibilidad de su salvación por el motivo de salvar el alma de Senta. A este respecto, veamos lo que el mismo Wagner escribió: Wagner nos dice:
"En este momento, su amor hacia Senta se acompaña de la angustia que le inspira la suerte a la cual ella se entrega ofreciéndole su mano para salvarlo. Él se reprocha a sí mismo, y en ese instante se convierte verdaderamente en un ser humano cuando la disuade apasionadamente de unir su destino al de él. Aquí el intérprete del Holandés puede abandonarse a las manifestaciones exteriores de la pasión más humana. El Holandés se eleva con una emoción sublime y con voz solemne exalta hasta alcanzar el acento de un sublime canto de victoria".
Estas últimas palabras son las que provocan justamente que Senta, en ese momento, elevando una promesa de fidelidad al Cielo en la figura del ángel que había prometido la salvación del Holandés, es lo que hace que ella, suba a lo alto de una roca, se lance al mar diciendo: "Gloria a tu ángel y a su mandamiento. Aquí me tienes fiel hasta la muerte".
Fíjense bien que es, el doble gesto altruista de ambos, el del Holandés que renuncia a la posibilidad de encontrar la salvación para no condenar a Senta y el acto de la muchacha que renuncia a su vida para conseguir por pura piedad la redención del marinero, lo que provoca el sorprendente y romántico final de la obra.
Las últimas indicaciones que Wagner da en la partitura son:
"Una deslumbrante aureola circunda la pareja. Senta eleva hacia sí al Holandés, lo atrae a su seno y con la mano en los ojos señala hacia el cielo. El banco de escollos que había emergido cada vez un poco más, adopta insensiblemente la forma de una nube. Las formas transfiguradas del Holandés y Senta se elevan abrazadas desde el mar hacia el espacio infinito. Cae el telón".
Todo esto que acabamos de escuchar no está nada mal para una obra de juventud. Pensemos que cuando Wagner compone esta obra tiene solamente veintisiete años. Este poema, que si se mira detenidamente, es tan delicado y tan lleno de sentimiento, lo escribió en tan solo diez días y la música la compuso en siete semanas, que es todo un récord para lo que posteriormente sería su obra creativa.
Sorprende que haya personas que solamente sepan apreciar en las obras de Wagner una música bonita y poca cosa más. Pero ya sabemos que es el ´libre albedrío´. Ellos deciden que no se complican la vida y van a lo fácil. ¿Para qué emocionarse con estos sentimientos? Es mejor vivir sin pasiones y no bucear en las profundidades de nuestra alma, no sea que encontremos alguna cosa que no nos guste.
Las obras de Wagner no son bonitas en el sentido de que han sido escritas solamente para pasar el rato. Son obras que nos afectan profundamente porque tocan temas elevados y nos hacen reflexionar sobre aspectos y aplicarlos a nuestra vida. Podemos preguntarnos, ¿también nosotros intentamos comprar el amor de los que nos rodean? ¿Estamos agotados de las penalidades de la vida como el Holandés Errante pero aun así somos capaces de tener un gesto heroico?
Finalmente, quisiera decir unas palabras a propósito de la música de la obra. Los amigos wagnerianos que me han precedido en la presentación del primer y del segundo acto ya hablaron en su momento de la génesis y de las circunstancias creativas por las que se desenvolvió Wagner y la creación de esta obra. Y cómo es precisamente a partir de "El Holandés Errante" cuando Wagner empieza a perfilar las características de lo que sería su visión del drama musical. Únicamente quisiera recordarles como un hecho notable, que Wagner en esta obra, crea un tema musical que posteriormente más perfilado, utilizará de una manera sorprendente y reiterada en otros dramas, concretamente en Tristán, en Los Maestros Cantores y en Parsifal. Es el tema de cuatro notas con el que empieza el preludio de Tristán y que en la obra que nos ocupa aparece en varias ocasiones, la primera de ellas, cuando el marino holandés entrevé por vez primera que su destino puede cambiar cuando Daland le dice que tiene una hija, y la última vez que escuchamos este tema musical de una manera muy vaga, es en el momento en el que Senta se lanza al mar para cumplir con la redención del Holandés.
Como diría nuevamente Anna d´Ax,
"Wagner vivía la vida de sus héroes o mejor dicho, hacía vivir a sus héroes la popia vida.
En una carta a Liszt, Wagner expresaba:
"La esperanza de redención que para el pálido holandés puede existir, ha desaparecido del todo para mí. Oh! Que felicidad si la muerte me hallase en una tormenta y no en el lecho del enfermo".
Anna d´Ax continua:
"Para su héroe, encuentra lo que desea: la mujer, la redención, en una palabra, la vía del destino que traduce en música con las cuatro notas cromáticas del tema citado. Pero para sí mismo, la corta melodía queda suspendida en su mente como queda suspendido también su hado en manos del destino. En los años siguientes, estas cuatro notas irían tomando formas diferentes según el devenir de su vida. Esa relación ideal hombre–mujer que Wagner buscó en su vida y en su obra con insistencia, tiene ya en esta creación una génesis maravillosa".
Nuestro recordado wagneriano Ángel Fernando Mayo, del que justamente este mes se cumplen ocho años de su fallecimiento, escribió hace ahora justamente veinticinco años, el siguiente comentario al respecto del final de El Holandés Errante:
"Conviene reafirmar que constituiría un craso error perder de vista el sentimiento romántico de la relación hombre–mujer que alienta en la noble poética de esta ópera romántica para reducir a psicopatía la exaltación de Senta o para magnificar el egoísmo masculino del Holandés. Ambos pretenden comunicarse desde su soledad de individuos intransferibles. La comunicación amorosa les lleva a la mutua abnegación. El Holandés decide retornar a su condena, a su espantosa miseria, para evitar que Senta sufra un mismo tormento. Senta se arroja al mar, al hogar tenebroso del Holandés, en un acto de compasión absoluta a costa de la propia vida. Y así al final, con la visión de la pareja emergiendo abrazada de las aguas, es la propuesta de la amorosa esperanza puesta en la gran belleza moral que a veces, pese a sus errores y contradicciones guardan los actos de los hombres".
En una ocasión, Anna d´Ax se preguntaba que cual era la mejor obra de Wagner y la respuesta decía que generalmente cualquier wagneriano diría que la última que ha escuchado.
Pues bien, vamos a hacer un poco de caso a Anna d´Ax y vamos a disponernos a disfrutar con la mejor obra de Wagner, que es la que escucharemos a continuación: El Holandés Errante.
l'ATENEU BARCELONÈS 2011-06-21